La práctica de yoga comienza con la respiración. La respiración sucede día y noche, cada minuto y cada segundo; por lo tanto es el soporte nutritivo y energético más primario que sostiene todas las funciones fisiológicas. Según la calidad de nuestra respiración será la calidad de nuestra vida y cotidianidad.
Los yoguis estudiaron a fondo el proceso respiratorio y, comprendieron el fenómeno en toda su amplitud, desarrollaron métodos que permiten sacar el máximo potencial a la vida. El primer objetivo de la práctica de yoga es recuperar la respiración natural, armoniosa y libre que generalmente se ve afectada por la dificultad en la gestión emocional, tensiones físicas o mente divagante.
Recuperar la respiración natural no consiste en modificar o cambiar nuestros patrones respiratorios, consiste en sentir la respiración tal y como es ahora. Permitir que la propia respiración suceda, situarse cómo espectador u observador de la propia respiración, dejar que los propios pulmones respiren por sí mismos. Ellos saben respirar según la necesidades que se encuentren en el cuerpo, la mente y las emociones del momento.
Respiración diafragmática o abdominal
Es la respiración natural, la que sucede sin esfuerzo. Cuando percibimos conscientemente el origen y el final de la respiración, nos ponemos en contacto con el centro respiratorio. Para sentir el núcleo de la respiración no hay que forzar, dirigir o empujar la respiración, simplemente hay que permitirla ser. Te darás cuenta que ese centro respiratorio se encuentra un poco más arriba del ombligo.
Un aspecto importante de la respiración es la relación que existe entre ella y el estado psicoemocional. La actividad cerebral y el ritmo respiratorio funcionan íntimamente unidos, influyéndose mutuamente. Cuando la actividad mental se altera, automáticamente produce cambios en el patrón respiratorio. Lo mismo sucede cuando aparecen emociones como la ira, el miedo y la ansiedad. Y cuando el patrón respiratorio se modifica también repercute en el estado psicoemocional. Existe una comunicación directa entre la respiración y nuestras emociones; una reciprocidad en la que una influye a la otra y viceversa.